Las Facultades de Ciencias de la información son la cuna de futuros periodistas.
Pero la comunicación no es una ciencia exacta. No existe una regla matemática que demuestre científicamente que si A hace bien su trabajo comunicativo con B, el resultado de la operación sea C, un impacto (aparición, entrevista, eco, hueco) en un medio.
Nos rodean circunstancias externas que no dependen de nosotros ni de lo bien o mal que hagamos nuestro trabajo. En ocasiones, la metodología funciona, los contactos están actualizados, la información es noticiable, la percha coincide y sencillamente, no se obtiene el resultado. Porque el éxito en comunicación depende de la aceptación de terceros. Y eso no se puede controlar.
¡Ay de aquel que os asegure que está en disposición de prometer X impactos en medios!
Porque puede ser debido a varios motivos.
1- El medio es suyo. O de su familiar, pareja, amigo íntimo (y tampoco es ninguna garantía o no debería serlo).
2- Tiene un acuerdo económico con el medio en cuestión (pero eso lo podéis hacer vosotros. Se llama publirreportaje. Y suelen costar más de lo que se obtiene de ellos).
3- Se está tirando un farol. Es decir, os está mintiendo. Y no estamos para confiar la imagen de nuestros proyectos a personas deshonestas.
Porque conviene recordarlo. Cuando se establece una relación entre un profesional de la comunicación y una empresa, con los mensajes enviados va la imagen de ambos.
Construir una reputación lleva tiempo. Para derrumbarla solo hace falta UNA mala praxis.
Hacer las cosas bien no es tan difícil. Es más lento, eso sí.
Pero infinitamente más efectivo.
“Go far, not fast”